'Otra vez el paraíso', de Clinton Ramírez, y su hora de los balances
Lectura crítica sobre la reciente obra literaria del escritor cienaguero Clinton Ramírez.
Por Adalberto Bolaño Sandoval
Si se pudiera sintetizar la trama de Otra vez el paraíso (Universidad del Magdalena) la última novela del escritor Clinton Ramírez, sería la siguiente: un hombre, Fernando Legarda, va a pasar vacaciones a Taganga, a través de los ritos de beber y beberse a sí mismo. Y es que la conciencia de Fernando no descansa, pues a través de una memoria inclemente, se practica un harakiri constante. Al mismo tiempo, su esposa y su hija se van París, deseando que su pariente fuera con ellas. Mas sin embrago, más allá de esa síntesis, esta novela revela muchos matices más: nuevas miradas a la soledad, a los balances del último momento, al pasado que ya no será, a las enfermedades y a las sin salidas de la vida.
Para ello, Legarda se vale de un autoexilio de varias semanas donde despliega una conciencia crítica que, en las 130 páginas de libro, es auscultada por un narrador que la sienta en un sillón que la registra en sus mayores zonas de sensibilidad, en un recorrido por la propia vida, por sus sinsabores y perjuicios, y penetrando, entre otras, en una memoria erótica y en las revisiones de sus relaciones sociales. Pero ello se acentúa aún más a través de un acendrado alcoholismo de sanación que contribuye supuestamente a olvidar el dolor de sus rodillas enfermas y para relegar, además, su fama como ex alpinista que subió dos veces al Everest, así como su éxito como ganadero.
La puesta en escena de Clinton Ramírez presenta a un Legarda que se permite una aparente huida de la vida, de su esposa, de su hija, de la popularidad. Su conciencia aparentemente inmóvil y llena de incertidumbres hasta ese momento cismático, se concreta en uno de estos apartes: “No había dios al que salir atrapar en las noches. Ninguna montaña inhóspita esperaba ser escalada. Solo podría dar cuenta de una vida que debía vivir sin amarguras, sin arrepentimientos, aunque hubiera buenas razones de sobra para no hacerlo. Pero también, como se deduce en este texto citado, es una mente dialéctica al final, pues su parte más intensa se expresa en muchos vértices y en el encuentro ante la vida, apenas entra a su casa.
Visto como un retablo de una conciencia que fluctúa entre el pasado y el presente, la escritura de Ramírez realiza una mirada detenida, finamente elaborada, dando cuenta de una historia que gira también desde una de las frases del epígrafe: “¿Qué somos?” En esencia, esta pregunta es la que se realizan casi todos los personajes de Ramírez o sobre la que gira la mayor parte de su literatura: historias de las conciencias de seres al borde del abismo, cuyas acciones sugieren no un existencialismo acérrimo al estilo de la vieja época (digamos como El túnel, digamos como El extranjero, para solo mencionar dos obras), sino como revelación de una obra que se constata como una revisión de vida, y, al mismo tiempo, por la revelación de ser esos personajes fieles a sí mismos, una especie de confabulación y contradicción propias del ser de la época contemporánea.
Podría trazarse por ello, un paralelismo con el personaje principal de su penúltima novela del 2014, Un viejo alumno de Maquiavelo. Estas dos obras dialogan ampliamente pues a sus protagonistas los agobian las enfermedades, se encuentran “alejados” de sus viejos amores, aunque el personaje de esta última novela sea “asaltado” repentinamente en su casa de Santa Marta por Daniela, una exalumna y amante que se encontraba en París estudiando un doctorado en historia, y quien le hace subrayar aún más sus preguntas, su forma de ver la vida y de autoexplicársela. En esas situaciones, ese alumno de Maquiavelo, sin nombre, cobra parecido con Legarda, separado de su familia, reconciliándose con el dolor y con una memoria trágica, abandonada a los recuentos. Ambos personajes viven vidas insatisfechas.
Igual que su novela anterior, Otra vez el paraíso, Clinton Ramírez nos sitúa en una novela llena de reflexiones sobre la vida, de diálogos bien escritos, de revelaciones literarias de personajes con éxito social pero cuyos retratos de profundidad se encuentran, al mismo tiempo, llenos de claroscuros, muy lejos de las novelas y cuentos del interior del país. Este escritor del Caribe colombiano, por el contrario, se recrea a través de una narrativa de gran libertad y creatividad y de una relevante humanización de sus personajes, muy por encima de las superficialidades de muchos escritores “cazados” por las casas editoriales comerciales.
Entre las obras de Clinton Ramírez se cuenta su reconocimiento por la novela Las manchas del jaguar (1988), con la que obtuvo el Premio de Novela Ciudad de Montería en 1987. Se agregan, entre otros, las novelas Vida segura (2007), Hic Zeno (2008) y Un viejo alumno de Maquiavelo (2017). Por otra parte, en la Colección Zenócrate, en 2017, reunió todos sus cuentos en el volumen ¿Te acuerdas de Monín de Böll? Así mismo, cuentos y ensayos suyos han sido traducidos al inglés, al italiano y al francés.